Las palabras son mágicas, curan, unen, pueden ser imaginadas y se plasman aquí para ser disfrutadas. Deja a tu alma unirse a la mía, recorrer nuevos mundos, inventar nuevos personajes y vivir con ellos las palabras de sus aventuras.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

DESCANSA...


Caminaba por la arena de la playa con los zapatos en la mano y el bajo de los pantalones recogidos hasta las rodillas. Dejaba vagar sus pensamientos intentando recrearse en la noche anterior. ¿Estaría ella pensando en él también? Llegó al final del tramo de playa y calibró si pasar al siguiente tramo escalando por unas pequeñas rocas o darse media vuelta. Tenía una inusual sonrisa en la boca. Su carácter era más bien arisco, siempre viendo el  vaso medio vacío, pensando en  la parte mala de las personas.  Siempre suspicaz si alguien era amable con él. Pero ella… ella era diferente. Ella no hablaba apenas, solo hacía. Ella era, sin duda, la persona con más determinación que había conocido nunca. No se había dejado amedrentar por sus comentarios negativos y había impuesto su decisión de forma que él no pudo quejarse. Sus argumentos eran indiscutibles. Pero, sobre todo, lo que le hacía sonreír era su peculiar manera de mover las manos cuando hablaba. Arriba y abajo, a los lados; parecía que iba a desmadejarse en cualquier momento. Y su sonrisa, todo lo decía con una pequeña sonrisa casi imperceptible. Sus ojos negros acompañaban a su sonrisa. Parecía que sonriera también con ellos. Él tenía esa sonrisa ahora en la mente y en la boca.  Casi podía recordar hasta su olor, la suavidad de su mano cuando se la estrechó en aquel corto saludo inicial y la  fortaleza que desprendía cuando se la volvió a estrechar al despedirse. Si pudiera volver a verla… aunque solo fuera un instante… Llegó al porche de su casa, se sentó en su mecedora de madera, que le engulló entre los cojines y cerró los ojos. Allí estaba ella, sonriente, cálida, con su preciosa mirada… Una  amplia sonrisa curvó sus labios y alargó sus manos hacia él. Le tendió las suyas y sus manos se entrelazaron. Sentía tanta paz…Ella le volvió a sonreír .
- Te he echado de menos – le dijo él
- Te he estado esperando ¿Por qué has tardado tanto? – respondió ella.
- No lo sabía. De haberlo sabido, habría venido antes.
- Lo importante es que ya estamos juntos. Ahora descansa. Ya estás a salvo de todo…

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