El roce
de las sábanas contra sus piernas le hizo abrir los ojos e incorporarse al
mundo de los vivos. Miró el despertador. Las 6:40. Se levantó de la cama
y se desperezó estirando los brazos todo lo que pudo. Hoy era el primer
día de l resto de su vida. Se sentía pletórica. Bajó a la cocina y se
preparó un zumo de naranja y se sentó en el banco de madera que había bajo la
ventana. Y miró por ella… y su mirada se perdió en la espesura del bosque que
tenía enfrente. Entonces salió de su cuerpo. Y corrió por el bosque, subió a
los árboles, se asomó a los nidos, se metió en el lago y nadó con los peces… y
experimentó la libertad. Y entonces se le ocurrió. ¿Podría salir del
globo? Cogió aire despacio, lo soltó por la boca aún más despacio… cerró
los ojos e imaginó como su cuerpo ascendía. Ascendía, ascendía traspasando las
nubes, se fusionó con el cielo, salió del globo y miró a su destino… Allí
estaba… lejana y misteriosa, depositaria de sus secretos… La luna, a quien
tantas veces había mirado desde abajo, desde su cuerpo físico; la luna, a quien
tantas veces había pedido su favor. Allí estaba, a au alcance. Se dio prisa,
estaba impaciente. Llegó… se posó…abrió los ojos… y después la boca. No
salía de su asombro. Allí estaban todos, absolutamente todos, los recuerdos
de su vida… incluso aquellos que creía guardados, aquellos que a
los que su memoria no tenía acceso, aquellos que herían el alma…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comunícate conmigo... Déjame ver tu interior...