Las palabras son mágicas, curan, unen, pueden ser imaginadas y se plasman aquí para ser disfrutadas. Deja a tu alma unirse a la mía, recorrer nuevos mundos, inventar nuevos personajes y vivir con ellos las palabras de sus aventuras.

lunes, 1 de octubre de 2012

EL PUENTE

Se levantó aquella mañana como tantas otras, pero la sensación no era la misma. En la boca del estómago tenía una especie de nudo, algo que le impedía casi hablar. Llevaba un tiempo triste sin motivo aparente; llevaba un tiempo pensativa, ensimismada; llevaba un tiempo alejándose de la realidad. Y allí estaba, lejos de ella, de la realidad. Viviendo en un mundo de fantasía creado por y para su defensa personal. ¿Para defenderse de qué? De lo que no era soportable, de los sentimientos melancólicos que le hablaban y le empujaban a irse de allí. Tenía todo y no tenía nada al mismo tiempo. Había perdido muy temprano lo más importante. Nadie le había enseñado a quererse. No sabía amarse y no sabía si amaba a los demás. Ella quería, pero no estaba segura de hacerlo. Salió a pasear. El paseo siempre le hacía calmarse, volver a poner los pies en la tierra, volver a ver la realidad y salir de su
horroroso mundo fantasioso. Se adentró en la espesura de su bosque favorito. Caminó sintiendo el aire en la cara. Era un aire frío y húmedo. Caminó durante horas hinchando el pecho para respirar ese aire, que entrara dentro y despertara sus sentidos. Llegó al lugar, al sitio que recreaba en su pensamiento una y otra vez desde que lo conoció. Era un puente natural, algo maravilloso creado por la naturaleza. Pasó por él al otro lado y llegó a la zona de las cuevas. Entró en la más pequeña y se acurrucó allí, en la entrada, en el frío suelo. Y soñó, soñó que estaba rodeada de líquido, una gran tranquilidad le embargaba; era su sitio de paz, era el lugar correcto, donde debía y quería estar, donde aprendería lo que le faltaba en la vida. En su quietud sintió entonces que una fuerza invisible le empujaba hacia un extremo, parecía que se ahogaba, no podía agarrase a nada... sintió deseos de gritar, de pedir socorro... Oía voces... Me oirán, pensó. Y entonces chilló, chilló y lloró con todas sus fuerzas despertando....

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