Las palabras son mágicas, curan, unen, pueden ser imaginadas y se plasman aquí para ser disfrutadas. Deja a tu alma unirse a la mía, recorrer nuevos mundos, inventar nuevos personajes y vivir con ellos las palabras de sus aventuras.

jueves, 4 de octubre de 2012

LOS TRENES QUE PASAN

Cada día, de cada semana, de cada mes, durante todo el año, se levantaba a ka misma hora y seguía la misma rutina: ducha,vestirse, desayuno, abrigo, llaves, caminar al trabajo durante treinta y cinco minutos, pasar por la estación, ver los trenes pasar. Llegar al trabajo, saludar, cambiarse de ropa acceder  a su puesto de trabajo. Escoge, escoger, escoger, escoger, durante nueve horas. No se le hacía aburrido porque con cada fruto que escogía imaginaba una historia. Le ponía nombre al fruto, a sus familiares, lo imaginaba en el árbol correspondiente, feliz mirando al sol. Sentía el pánico cuando se acercaba el hombre y lo arrancaba . El viaje en la furgoneta, en las cajas apiñado con sus iguales, aunque no todos pasarían la prueba. La emoción... ¿dónde vamos? Solo pasan los mejores... Y así pasaba él los días, las semanas, los meses, los años. Volvía del trabajo, la comida, la siesta, el paseo, sus libros, sus maquetas... Todo el mundo pensaba que era raro, pero él no lo creía así. solo era solitario, algo callado, pero con mucha vida interna y con muchas inquietudes. Aquel día se levantó exactamente a las 6.48, como todos los días. Pero cando salió de la ducha se miró al espejo y este le devolvió la imagen de un hombre envejecido, con arrugas alrededor de los ojos y canas en el pelo ¿dónde estoy', se preguntó ¿dónde está el jovencito que él tenia en su mente? Se veía a si mismo con un joven alto, moreno, delgado, no muy atlético, eso sí, pero bastante en forma. Tomó entonces una determinación. Y se vistió, como todos los días, pero acto seguido tomó el teléfono y marcó el número de s trabajo. Hoy o podía ir, dijo a quien descolgó, le había surgió un imprevisto. Necesitaba sus días de vacaciones, esos que nunca cogía, sí esos. No, no, todos, los necesita todos. Arréglelo como pueda, le dijo, si no puedo volver no me importa, solo notifíquenmelo. Fue a la habitación y cogió un maleta. Metió en  ella solo lo necesario. Fue a la estación de tren y se dirigió a la taquillas: "un billete, por favor". ¿Dónde va? "No lo se. Deme un billete para el siguiente tren que salga. No me importa el destino". Y al pasar el tren por la estación subió y desde entonces viaja, vive, y no ha dejado pasar ningún tren de largo.

1 comentario:

Comunícate conmigo... Déjame ver tu interior...